Me tragué una torta de chilaquiles. Acá comen cosas raras, así que me dispuse a poner mi propio estilo y me la comí con frijoles y un atole de arroz.
Desempaqué la primer caja de libros y al fondo, muy escondida, apareció mi revista "La zorra vuelve al gallinero" (Revista de Arte y Poesía, cabe aclarar). Recuerdo cuando el pinche Efraín me la regaló un día de mi cumpleaños. El cabrón llegó con una bolsa de pan y una cerveza en la mano; una fotografía lugarcomuncliché, he de decir. Para el caso el Efraín se puso en guardia y sacó de la bolsa de pan una revista y luego leyó: Nuestro primer sueño es una muchacha, etcétera.
Baja esa pinche pistola, cabrón. No queremos que nadie salga lastimado, le respondí.
El desierto de los niños
Nuestro primer sueño es una muchacha
-siempre una muchacha-
que camina por las calles de cristal
de la clínica donde nació.
Dossier de niños tiritando
de tanto viajar. Dossier de lunas en la ventana.
de parejas fugaces, utópicas,
besándose las manos.
Nuestro primer sueño es una muchacha, etcétera,
que camina por bodegones murmurando para sí misma
-la locura nos apartará del centroizzquierdismo,
la esperanza electriza a los más desesperados:
ideas retráctiles, suaves como la colección de fotos
que un adolescente guarda
para las improbables noches a campo libre,
pero que le ayudan.
Nuestro primer sueño es un horóscopo divertido, pesimista,
una muchacha leyendo el periódico
una tarde de verano,
las nubes que pasan por encimita del mar
(te creo, te creo, llueve interminablemente),
y otro que piensa: "la dureza de mi mirada"
mientras se lo sacude
después de mear sobre el muro.
Bruno Montané y Roberto Bolaño