Hay un pueblo en otra ciudad y no sé cómo se llama

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6/4/09

I feel it move across my skin (O la idea reduccionista de que uno se va a morir)

Hace unas horas platiqué con un carnal que acabo de conocer. Cuando el destino te pone en caminos sumamente extraños y te deja viviendo en Chiapas, con un pinche calor de la verga y fines de semana tomando dos botellas de whisky (Jack Daniel's y Chivas Regal, ¿por qué mezclo? Por pinche mamón), la cosa es comenzar a hacerte una serie de preguntas, por más pendejas.

Al carnal que les menciono le gusta Tool, me recomendó que bajara uno de sus discos y me intoxicara con marihuana antes de escucharlo. Lo hice. Lo sigo haciendo. ¿Cómo extraña uno a alguien que no conoce? Es la serie de preguntas idiotas que me estoy haciendo en este momento. ¿Por qué extrañar sábados encerrados en un puto bar tragando todo el alcohol del lugar? Si no existen, en sí.

Le comenté a este carnal que tuve un fin de semana lleno de alcohol. El viernes me invitaron a una fiesta de una morra francesa que conocí y dice tener 16 años, pero la verdad creo que pasa de los veintidós. El caso es que la pinche fiesta estaba llena de niñas extranjeras. ¿Qué les pasa a los extranjeros que les fascina hacer alarde de lo bonito que es México? Un polaco se me acercó para pedirme que saliera a fumar a la terraza, sé que era polaco porque dijo algo así cómo: Me llamo Robert, soy de Polonia y quiero pedirte el favor de salir a fumar a la terraza. Claro, todo con un acentito molestito.

Francesas, polacas, suecas, inglesas, portuguesas, italianas, etc., pura pastelería fina, para que me entiendan. Seudo bailé con todas y me puse muy pedo. Me rescataron un par de argentinas buenísimas que me pidieron un lugar para pasar la noche. Dije, a ver, pendejete, vives solo y en una pinche casa toda vacía, si te niegas por aquello de que extrañas a Lilia, yo mismo, cabrón, me corto los huevos. Les dije con voz de alcohólico de barrio degenerado que si les incomodaba compartir la cama con un extraño, yo no tenía pedos de acogerlas.

Las dos rucas argentinas son novias y una tercera, la del departamento acá decidió botarlas por ser lesbianas demoniacas. Me dije, pero si las criaturas son dos ángeles que quizá y por el bien de mi psique, podrán hacerme espectáculo interactivo. Caminamos como dos horas, me contaron su vida y yo la mía. Al final llegamos a casa y abrí una botella de whisky, tomamos un par de copas y les ofrecí mi recámara. Eran las seis de la mañana, las escuché haciendo el amor y supe en ese momento que tenía que desempacar la otra botella de whisky antes que los gallos comenzarán a mamar y destruyeran las atmósfera donde yo escribo esto y escucho que dos mujeres comparten un trago de whisky conmigo y destruyen mi vida de manera tan honesta y amorosa.

2/4/09

Hombre Münchhausen

Me apestaban los pies por causa del Trichophyton rubrum (un hongo hijodeputa) porque olvidé las sandalias de baño en el armario del club deportivo, donde practico tennis con el chupavergas de Efraín. Así que esa mañana decidí tomar una ducha a pie raso, en el baño del otro club deportivo donde nado dos horas todos los miércoles.

Llegué a casa un miércoles en la noche y la cándida de Lilia me tenía un regalito en la mesa de la cocina. ¿Una cena chingona? ¿Una selección de lencería en tonos oscuros? ¿Una invitación para una velada con otra chica? ¡Ni madres! La pendeja me entregó una caja de Silka Medic y me dijo que era para demostrarme el amor incondicional que sientía por mí.

Dos miércoles siguientes, haciendo absoluta obediencia a "el amor incondicional que sentía por mí", me lavé las patas antes de acostarme con ella, sin embargo, ella mencionó que había decidido irse a España para acompañar a Paulina en un retiro espiritual-emocional.
Concluí que el Silka Medic era una mierda y fui a ver un doctor especialista en problemas relacionados con el Pie de Atleta. El doctor me preguntó si yo era atleta. Le dije que por supuesto, que además de mis chilaquiles y mi vieja, el deporte me mantenía vivo. Me recetó unas píldoras y un ungüento poderosísimo para que en menos de cinco días, mi problema estuviera resuelto.

Llegué a casa temprano para darle la sorpresa a Lilia y la encontré en el comedor llorando. Me contuve y con tono de hombre enamorado le pregunté qué sucedía. Lilia en un arrebato de cobardía confesó que estaba enrollada con Efraín y que volaba esa noche rumbo a España para solucionar todos sus problemas. Me contuve nuevamente y le pedí la verdad (la cual se convirtió en una repetición infinita de las mismas palabras arriba mencionadas).

El hecho es que Yo justifiqué el acto de Ella por causa del Hongo, sin contemplar que éste último no podía justificarse o defenderse de E fraín, el cual se justificó debido a que Ella sufría porque el Hongo había invadido su espacio vital.
Pero si H(ongo) vino de un D o un C que nunca terminó su tratamiento de Silka Medic; la puta cadena nos remontaría a un hombre sentado en una cueva lamiéndole la cresta a un gallo.


1/4/09

Discípulo de Ivanov

Será que todos los hombres en algún momento de nuestra vida NOS sentimos Billy Elliot, menos los maricones, es importante puntualizarlo, ellos pertenecen a otra estirpe que quizá sea la de Breakfast on Pluto. El McCabe se ha de estar surrando de mis mamadas (por no tenerlas).

Billy Elliot = El mocoso de un pinche pueblo inglés que tiene la suerte de poseer una estructura ósea más verga que la de los demás pendejitos de la escuela. El wey cagado-reprimido que es seleccionado para estudiar en una academia de ballet fancy, donde siempre será el diamante en bruto, el pobretón que nació con estrella, el hijodeputa que le pintó huevos a todos porque es Sigfrido y tiene una Odette eslovaca ampliamente flexible.

Pero cuando la historia la escupe la putona de Odette, el Billy Elliot chiapaneco naturalizado es:

Un hombre que rehusa desempacar 27 cajas de pura mierda, que besa su Mac ocho veces al día, que alucina con que la ex novia lo visita en su nueva casa, sin embargo, la única mujer que se para por mi casa es la que arregló todo el papeleo de la mudanza.
Un Sigfrido que tiene pereza de cagar.


31/3/09

Para Efraín

Me tragué una torta de chilaquiles. Acá comen cosas raras, así que me dispuse a poner mi propio estilo y me la comí con frijoles y un atole de arroz.

Desempaqué la primer caja de libros y al fondo, muy escondida, apareció mi revista "La zorra vuelve al gallinero" (Revista de Arte y Poesía, cabe aclarar). Recuerdo cuando el pinche Efraín me la regaló un día de mi cumpleaños. El cabrón llegó con una bolsa de pan y una cerveza en la mano; una fotografía lugarcomuncliché, he de decir. Para el caso el Efraín se puso en guardia y sacó de la bolsa de pan una revista y luego leyó: Nuestro primer sueño es una muchacha, etcétera.
Baja esa pinche pistola, cabrón. No queremos que nadie salga lastimado, le respondí.


El desierto de los niños


Nuestro primer sueño es una muchacha
-siempre una muchacha-
que camina por las calles de cristal
de la clínica donde nació.
Dossier de niños tiritando
de tanto viajar. Dossier de lunas en la ventana.
de parejas fugaces, utópicas,
besándose las manos.
Nuestro primer sueño es una muchacha, etcétera,
que camina por bodegones murmurando para sí misma
-la locura nos apartará del centroizzquierdismo,
la esperanza electriza a los más desesperados:
ideas retráctiles, suaves como la colección de fotos
que un adolescente guarda
para las improbables noches a campo libre,
pero que le ayudan.
Nuestro primer sueño es un horóscopo divertido, pesimista,
una muchacha leyendo el periódico
una tarde de verano,
las nubes que pasan por encimita del mar
(te creo, te creo, llueve interminablemente),
y otro que piensa: "la dureza de mi mirada"
mientras se lo sacude
después de mear sobre el muro.

Bruno Montané y Roberto Bolaño




30/3/09

La casa es blanca y podré acostumbrarme

La mudanza ha sido cansadísima. Montones de cajas etiquetadas y polvosas. Hace un par de meses decidí salirme de mi ciudad natal, supuestamente para escribir en la tranquilidad del campo o de otra ciudad donde sea un desconocido más. Un pueblo donde sea el citadino incómodo que llegó a San Cristobal para cambiar la fortuna de sus mujeres, sin embargo, soy el mismo pendejo que dejó su casa en la colonia Condesa, el mismo pendejo que no lavará el colchón antes de dormir por primera vez (otra vez) en él, el mismo pendejo chingatumadre que se enamorará de la primera chiapaneca que cruce la calle vestida con una falda holgada y azul, una blusa blanca de tirantes (que hará resaltar sus pezones) y sandalias que seguramente adquirío en el mercado principal de esta ciudad.

No me siento solo, la casa es grande y creo que me acostumbraré al horrible ventanal de colores que hay en la estancia. La verdad es que dejar una ciudad no te hace más importante, te hace más pendejo. Claro, serás el wey al que sus amigos le escribirán un mail una vez por semana, quizá dos, si son amigos entrañables. Después serás el wey que despertará a media noche y descubrirá que no hay nada de mail nuevo en la bandeja de entrada, porque (perdejito de mierda) todos tus brothers salieron con tu ex vieja y las amigas de tu exvieja y con tus ex amigas, que resultaron ser ex amigas de tu ex vieja. O en el mejor de los casos fueron a casa de Karlo para mirar el partido de la Selección Mexicana. Mientras yo desempaco una caja llena de libros que sé no volveré a leer nunca más; libros que contienen hermosos separador es (que te vendió una chica de trenzas en Coyoacán y que compraste para que detrás de un horrible separador "ecológico" ella anotara su teléfono y dirección de correo electrónico, sin embargo, cuando le llamaste ella te mandó al buzón de voz y decidiste mandarla a la verga. Pese a eso separo las páginas que deseo recordar de un libro con un separador que tiene dos o tres teléfonos de mujeres que nunca me cogí).

Reafirmo, dejar una ciudad no te hace matar otra. Te hace el hombre que necesita saber todos los días que regresar a Ítaca es de lo más aburrido.